En medio de una intensa lluvia vemos a un joven de ascendencia judía forzar la cerradura de un local. Él se llama Aarón y siente la imperiosa necesidad de trabajar, reabrir el local que su padre, quien acaba de fallecer, le dejó. Aarón quiere volver a tener la mejor carnicería de esta hermética y ortodoxa comunidad localizada en el centro de Jerusalén. Para ello requerirá de ayuda y pone el letrero solicitando empleado.
Un atractivo forastero trata frustradamente de hacer una llamada, ve las luces del local y entra para pedir prestado un teléfono. Ezri ve el anuncio donde se solicita empleado y decide preguntar, pero al no tener experiencia Aarón le niega el empleo. Luego, al verlo en la calle se compadece de él y le da alberge en el desván de la carnicería.
Aarón se siente oprimido por su familia y su religión y busca sacar de su interior esa necesidad de sentirse amado, el joven le ofrece esa oportunidad. Es una vulnerabilidad que Aarón trata de esconder sin querer perjudicar a terceros.
Sus creencias religiosas le dicen: “Dios no quiere que sufras, Dios quiere que disfrutes la vida”. “El que practica la abstinencia es un pecador”. Y se contrapuntean con otras que dicen: “Un hombre tiene que sobrepasar sus propios deseos”. O sea que un hombre tiene que reprimir sus instintos, porque eso es lo que marca la sociedad y su religión, los vigilantes acechan y lo amenazan.
Y como en todas las historias siempre hay un rayo de esperanza, el rabino le dice: “si alguien tiene un error no debe huir de Dios, él siempre te dará una segunda oportunidad”, todos sabemos que la gente no piensa igual, porque la gente juzga y ataca sin piedad.
Es una historia bien realizada, con una excelente fotografía, una música a tono que va con el tema de un amor prohibido, lleno de deseo, atracción y sentimientos de culpabilidad que dejan al espectador pensando en lo que sucede con el interior de las personas y la consecuencia de sus actos. Aprovecha para verla en cines, ya que está disponible en los cines Laemle de Sunset este fin de semana.
